lunes, 3 de febrero de 2014

La visión canaliza el ímpetu y evita el desenfreno

En el liderazgo, la visión es esa idea central que provee el norte magnético, la inspiración emocional y la esperanza vivificante de todo sistema organizacional. El proverbial sabio Rey Salomón refirió que “Sin visión el pueblo se desenfrena”; presentando una perspectiva sobre la visión como catalizadora hacia la claridad interna de cada miembro de equipo y la cohesión entre los miembros del mismo. Para comprender la visión es interesante explorar los efectos de su ausencia, en este caso, el desenfreno que causa. La raíz de la palabra “desenfreno” evoca la soltura de amarras, el quedar a la deriva, andar sin control, no tener punto conector, y/o alguien que queda solo, abandonado. Es posible entonces imaginar dentro de esa connotación la metáfora de las aguas impetuosas de un gran rio que llegan a un gran lago represado donde encuentran calma a fin de surtir a una gran turbina de generación hidroeléctrica, la cual sirve como canalizadora de la fuerza del agua. El agua del lago no se desborda ya que tiene por donde salir, tiene una infraestructura que le permite canalizar productivamente su fuerza a fin de producir bienestar y servicio a muchas personas que se benefician del servicio de la energía eléctrica que se deriva de ese proceso. Sin embargo, si en un momento se deja de canalizar el ímpetu de las aguas represadas, desde ese momento se empieza a correr el riesgo de que se desborden (Desenfrenen) las aguas, sobre todo en tiempos de lluvias torrenciales. Igualmente funciona en el liderazgo, cuando un líder agrupa seguidores y sus capacidades son bien canalizadas y concentradas en pos de una visión, se produce una gran potencia de servicio que puede impactar positivamente a muchas personas; sin embargo, si no se canaliza el ímpetu, habilidades, talentos y anhelos hacia una visión en particular, ese líder corre el riesgo de que los esfuerzos de sus seguidores se difuminen y se desborden, es decir, se desenfrenen. El reto es definir, comunicar y ejecutar efectiva y cuidadosamente la visión; y lograr así que la gente no se desenfrene, sino que se alinee e inspire a trabajar con ímpetu.