La
ejecución es el factor determinante en la relación entre la estrategia y la
estructura de las organizaciones; y representa el cierre de la brecha entre lo
que se pretende hacer y la conformación de marcos organizativos para su
realización, a pesar de los obstáculos y retos.
Los
autores Bossidy y Charan consideran que la ejecución es una disciplina en la
vida del líder, y la consideran como “la conexión faltante entre aspiraciones y
resultados”. En este sentido, valores
como diligencia y perseverancia contribuyen a la conformación de un sistema que
coadyuve en esa dirección y les permite a los líderes actuar para reducir la
brecha entre estrategia y estructura, centrándose en la ejecución. Según
Bossidy y Charan (2002) la ejecución se define como “un proceso sistemático de
discusión rigurosa de los cómos y los qués, preguntas, seguimiento tenaz, y rendición
de cuentas afirmativo”; reminiscente de la necesidad de “entregar resultados”
apropiadamente, aun en medio de circunstancias adversas. Lograr que las cosas
se hagan (ejecución), está ligado con las dimensiones “organización” y
“dirección” del clásico proceso gerencial. La ejecución depende en gran manera
del apropiado abordaje del aspecto relacional en sintonía con el abordaje del
cumplimiento de las tareas, para lo cual han emergido una serie de técnicas y
esquemas de abordaje, donde una de las más importantes influencias ha venido
del coaching ejecutivo.
El
surgimiento de ideas creativas no se traduce en innovación hasta que emerge la
capacidad de acompañar y acompasar a las ideas desde su nacimiento hasta su
efectiva y adecuada concreción, eso también implica ejecución. La visión (o el
estado deseado de existencia) se hace realidad solo si el liderazgo “muestra
capacidad” para discernir los elementos involucrados, calibrar sus
requerimientos y darle seguimiento a los procesos dentro de los marcos de
tiempo, relacionales y éticos apropiados.
La
ejecución es la dimensión que distingue e impulsa al liderazgo ya que es la
fuente generadora de la reputación de confiabilidad sostenida, proyecta su
carácter (capacidad de enfrentar con responsabilidad y tesón la realidad tal
cual es), y produce la evidencia comprobable de efectividad a través de los
resultados cuantitativos y cualitativos de la gestión.
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