¿Qué tiene que pasar para que un equipo se desenfoque,
desanime o aborte su misión? ¿Cuán presente o ausente ha de estar un líder para
que un equipo funcione? ¿Cuán fuertes o fortalecidos han de estar y mantenerse
los vínculos de confianza entre los miembros de un equipo para que no colapse? Estas
son preguntas que todo líder ha de responder con sinceridad y reflexión
profunda.
Un equipo que funciona bien es usualmente
producto de una serie de aspectos, pero principalmente es un asunto relacionado
con la cultura y el capital relacional construido en una organización. Algunos aspectos
vitales a considerar al forjar fortaleza en las capacidades de un equipo son:
·
La Medida de la Fuerza de un Equipo: En la “Ley de la cadena” el autor John Maxwell refiere a que el equipo
(o la cadena) es tan fuerte como el más débil de sus participantes (eslabones)
sea. El también comenta que “Si el equipo es una familia, entonces no se trata,
simplemente, de prescindir de la persona que constituye un eslabón más débil.” Se
trata más bien de comprender y abordar el status de cada miembros en cuanto a
actitudes, ritmos de aprendizaje y capacidades en todos, de tal manera que la
cadena, como un todo, se fortalezca. Un equipo solo aguantará cierta presión
según sea la capacidad integral de su más débil miembro.
·
El Porte de la Fuerza de un Equipo: Los equipos están en algún lugar del continuum entre fortaleza y
debilidad, experiencia y novedad, competencia e incompetencia, dureza de trato
y blandura de trato, entre otros. La aspiración de todo líder ha de ser ayudar
a sus miembros a hacer la transición hacia el uso sabio e íntegro del poder. El
aspecto relacional es fundamental para el buen desempeño de un equipo, sus
miembros han de calibrarse hacia una óptima expresión de sensibilidad en el
trato tanto interno como externo en la organización. Han de pasar de tener piel
blanda y corazón duro a tener piel dura y corazón blando, es decir, que el
tiempo ha de entregar madurez en forma de no ser tan sensibles ante cualquier
imperfección de otros o dificultad, y ser capaz de entregar una respuesta
emocional de cada vez más robusta y de más alto nivel. Para eso, el desarrollo
integral desde la autenticidad y condiciones internas del equipo (incluyendo la
formación del carácter, la inteligencia emocional, la nutrición espiritual y el
bienestar físico/social) juega un papel trascendental en definir su verdadera
fuerza y proyectar su porte ante terceros.
·
La Versatilidad de la Fuerza de un Equipo: Las circunstancias y la cultura usualmente demandan ciertas capacidades
de respuesta adaptativa de un equipo. El autor Ken Blanchard propone sobre el “Liderazgo
Situacional”, y allí refiere que es importante en primer lugar desarrollar la
capacidad de diagnosticar el status situacional de los seguidores (en función
de capacidad y compromiso) para así adaptar ágilmente el mecanismo de abordaje
según cuatro estilos diferentes: Directivo, Coaching, de Apoyo y Delegar.
Dejando ver así que la efectividad en el contexto del liderazgo está ligada en
gran dimensión a la capacidad de moverse en este espectro según la
circunstancia, sin que algún estilo en particular sea preferido. Los líderes
precisan de un equipo de gente capaz, real y con gran sensibilidad humana; pero
que a la vez sea capaz de aguantar dificultades, sostenerse, auto-empoderarse y
sobre todo que sepa reconfigurarse con agilidad cuando sea necesario.
Sostener
a un equipo en proactiva y productiva interacción requiere intencionalidad, atención
continua, y sobre todo, trato adecuado al nivel de capacidad y madurez tanto
del equipo en general como de cada uno de sus miembros en particular.
Excelente. Muy buen artículo. Digno de compartir. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLucas, Gracias por tu comentario y aprecio que lo compartas. Tus aportes son valiosos. un abrazo igualmente!JS
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