1. Los líderes
tienen claro a quien sirven.
Uno de los más
grandes dilemas de todo líder es reconocer cuál es su verdadero objeto primario
de servicio. El ejercicio del liderazgo puede centrarse en el reconocimiento y
la satisfacción de los intereses: del propio líder, de los seguidores/colaboradores,
de los clientes externos, de la organización, de la sociedad en general, o de una
mezcla de los anteriores. Esta era demandante de colaboración está requiriendo
un énfasis en la dimensión de los seguidores/colaboradores. La frase de Zig Ziglar. “A
la gente no le importa cuando sabes hasta que saben cuánto te importan” está otorgando cada vez más razones para una gestión
dedicada al bienestar integral de los seguidores como estrategia de gestión para
el éxito.
2. Los líderes
saben que la efectividad está ligada a la afectividad.
La
cercanía empoderante entre el líder y el seguidor contiene el potencial para desarrollar
la capacidad y la confianza necesaria en ambos para hacer frente a las
dificultades y retos emergentes. Es por eso relevante saber distinguir y tomar acción
ante ocasiones, necesidades, realidades peculiares, y eventos especiales/fuera
de lo común que pudiesen emerger y que signifiquen una alternación del sistema anímico
de la gente a nuestro alrededor (Ejm. Cumpleaños, eventos familiares, salud,
necesidad física, etc.). Esto, básicamente con la idea de ser relevantes a
dichas necesidades a través del lenguaje de aprecio corporativo que más se
adecue al momento y a la persona.
3. Los líderes
crean un código de honor y respecto.
No importa cuanta presión, dificultad o incertidumbre exista en el
sistema organizacional, el trato decoroso, amable y respetuoso precisa
mantenerse. Max Dupree refiere que “La primera responsabilidad
del líder es definir la realidad, la última es dar gracias, entre las dos,
sirve.” El líder entonces es responsable de crear un ambiente agradable dentro
de la organización que facilite la interacción confiable, humilde, genuina y
respetuosa que facilite la creatividad, la colaboración y la pasión por el
trabajo. La congruencia al hablar del líder (contenido, tono y gestos) precisa acompañarse
de un sistema conversacional empoderante (coaching) que distinga y apele al
talento, y que facilite el sentido de co-responsabilidad (junto a los
colaboradores) en la construcción de un ambiente impregnado de honor y respeto.
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