martes, 14 de agosto de 2012

Oro Olímpico para Líderes



Existen muchos paralelismos entre el entrenamiento y el desempeño del atleta olímpico con los deberes y privilegios de todo líder. A continuación se presentan cinco interesantes lecciones que todo líder puede tomar en torno a la participación de atletas en los juegos olímpicos:

1) El entrenamiento indispensable: El impresionante esfuerzo, sacrificio de placeres, y dedicación de todo deportista olímpico es digno de admiración. La condición inexorable de arduo entrenamiento por 10 meses (según Horacio) incluía regímenes de: alimentación, ejercicio, relación con el entrenador y prácticas. Todo apuntaba a un estilo de vida esforzado y disciplinado.
2)     Seguir las reglas olímpicas: El dominio de las reglas de la competencia es prioridad número uno para el atleta. Cumplir con ellas conlleva a optar por el premio. Agustin desafío a un corredor, al imponerle esta condición: “Puede que des grandes pasos, pero, ¿no estas corriendo fuera de la pista?”. No se trata de solo competir, sino también de competir bien; de forma honesta y dentro de los linderos correctos.
3)     Sobreponerse a los obstáculos: Hay muchos factores que pueden desviar la concentración del atleta en alcanzar la meta. Por ejemplo, una atleta Venezolana declaró a la prensa sobre lo incómodo e injusto que a su parecer fue la intervención (penalización) de  parte de un juez durante su competencia en Londres 2012; y con lágrimas lamentó el impacto que eso tuvo en su resultado final. Interpretaciones de los referees, mala intensión o deslealtad por parte de otros competidores, vestimenta inadecuada, condiciones desfavorables climáticas o del terreno, entre otros; son factores que pueden jugar un rol significativo en el desempeño y en el resultado final de todo atleta; sin embargo, el atleta ganador se sobrepone a todas ellas.
4)     Firmeza de Objetivo: La determinación a poner algo por encima de todo es crucial para los competidores. Ganar una carrera exige energía y perseverancia por parte del atleta. No se trata solo de competir, sino de representar a un país. La meta olímpica trasciende una simple competencia deportiva, denota no solo el esfuerzo humano; sino también el compromiso y las esperanzas de pueblos enteros al poner su confianza y expectativas en sus grandes deportistas. Una vez que el atleta ha iniciado una carrera, no puede darse el lujo de mirar hacia atrás (incluyendo sus añoranzas o desilusiones, al igual que éxitos y fracasos). La línea de llegada es su norte.
5)     El premio: Cicerón sostenía que el ganador de las olimpiadas recibía mas honra que el general conquistador que volvía de la guerra. La paradoja antigua era que una corona que se marchitaba (hecha de hojas de laurel) y sin ningún valor intrínseco, era a la vez el más ambicionado de todos los honores que la nación podía otorgar. No solo el momento era glorioso al ver al encargado olímpico colocar sobre su cabeza la corona de la victoria, sino que también sus admiradores le arrojaban flores y regalos. Los atletas competían con el premio del “Oro Olímpico” en mente, y eso les quitaba el sueño con la esperanza de convertirlo en energía para triunfar.

Adaptado de:
Sanders, J. O. (2009) Discipulado Espiritual. Editorial Portavoz. Michigan, Grand Rapids. (Pgs 80-88)

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